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Semana Santa

Una tarde en la catedral, punto de encuentro entre creyentes y espectadores. A punto de dar inicio (el espectáculo, la obra).

Los lazos que nos unen también atraviesan el tiempo, conectan generaciones y superan el olvido.

Sutiaba, las alfombras coloridas del León más antiguo, no estar inmerso en su atmósfera preparativa -en la calidad que sea- no es una posibilidad, tradición y emblema para la ciudad nicaragüense.

Una de sal y otra de arena.

Alfombras de aserrín. Toda la familia, todo el día, envuelta en esta tarea para el disfrute de los visitantes, las alfombras no llegarán al siguiente día. Pasa “el santo” y detrás viene el camión barriendo.

Corozo, un tipo de palma que se utiliza mucho en la tradición católica Nicaragüense. Durante las procesiones se ofrece una contribución económica voluntaria y se obtiene una rama a cambio. En Sutiaba se utiliza en la fabricación y decoración de las alfombras de calle.

Metáfora del sentido de pertenencia.

Entre la incredulidad y la fe: La Autoridad y el visitante, el turismo y el paisaje, entre distintos idiomas y códigos todo transcurre, natural y sencillo, cada quien juega su papel.

Hay algo atemporal en todo esto, una estampa que carece de fecha y tiempo.

Entre autoridades: divinas y terrenales, entre autoridades, civiles y comerciantes, el crisol auténtico de tantos sonidos, el atardecer se resiste a morir, la luna llena presiona, una tradición resiste y persiste un año más en las calles de León.

Domingo de Ramos, Catedral de San José, Antigua, Guatemala. Calor insoportable, incienso inagotable.

No os asusteis. Son tan solo las representaciones culturales salvadoreñas.

El rito toma otro color, ecos de rituales ajenos se entremezclan al calor de la fe.

Ambientes fantasiosos y muy amenos, un día al año la representación toma la calle, vuelve a la calle, desfilan las personas sobre los colores cargando penas y glorias.

Anulación de los sentidos, todo es un asunto de fe en lo que no se ve, se condensa entre el calor y los colores.

Viernes Santo, Los militares son hoy los que sacan al cristo. El pueblo no está contento.

¡A la banqueta!, me repiten incesantes los padres encargados del orden. Los únicos que caminan por la calle son los seleccionados para la procesión.

Cada quien carga con sus penas, cada quien lleva su propio peso.

Devoción, atención y disciplina.

Las líderes ponen mano fuerte.

Cargar con el dolor del mundo…

Orgullosa, su trabajo: concluido, espera la procesión. No le molesta que la retrate más bien parece posar. Las calles de todo León se engalanan para festejar la “Semana Mayor”

El llamativo pueblo indígena de Sutiaba, decorado por altares y alfombras de aserrín.

Y de este lado tengo la colección de Papas, ya la vió? Me dice entusiasmada doña Vilma mientras ve como tomo una foto de su basta colección de cruces.

Transgeneracional intercultural, gratuito, preparado por el pueblo, para el pueblo y para sus visitantes. Los Santos representados marchan entre el cableado eléctrico atrayendo miradas, pensamientos, motivaciones y culpas.

La procesión es un ente vivo, una especie de conciencia colectiva.

Seño, es usted la única que está viendo con los ojos.

La fé, esa ha de estar presente para arrodillarse e implorar.

Es tarde ya, el cansancio hace romper el protocolo.

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